La afirmación del movimiento de la Tierra por Galileo contraviene tanto la experiencia inmediata del movimiento, como la física imperante en la época, avalada por decenas de siglos de validez indiscutida. Analizada desde el punto de vista de los «hechos», parece una idea extraña, absurda, inverosímil. El famoso italiano constituye así, en opinión de P. K. Feyerabend, un buen ejemplo de anarquismo epistemológico, porque introdujo y mantuvo una nueva teoría aunque supuestamente la refutaran los hechos, disminuyera el contenido empírico, fuera incoherente o no concordara con teorías ya aceptadas. En resumen, Galileo, en la visión de este filósofo de la ciencia, actuó «contrainductivamente».
Este ensayo presta una voz a Galileo, colocándole en la tesitura de poder responder a Feyerabend. Ambos mantendrán así un imposible diálogo en un convincente escenario concebido por Jean-Paul Sartre para otros fines. Después de todo, no sólo Galileo escribió inmortales diálogos, sino que también Feyerabend recurrió a esta forma literaria, si bien en su caso concibiendo adversarios imaginarios mucho más necios que Simplicio. Se trata, en definitiva, de una discusión filosófica presentada heterodoxamente en consonancia con el heterodoxo autor austriaco.