En este libro se analizan las acciones oficiales y las iniciativas particulares que contribuyeron a la difusión del libro y a la socialización de la lectura en los años treinta. El régimen de libertades y el sistema democrático facilitaron la divulgación del libro y la promoción de la lectura pública en la sociedad española con la publicación de todo tipo de obras y el establecimiento de bibliotecas abiertas a todos los ciudadanos. Con la Segunda República se superó el concepto restringido de biblioteca popular por el de biblioteca pública y gratuita. El Patronato de Misiones Pedagógicas distribuyó más de cinco mil colecciones en las escuelas de pueblos y ciudades, poniéndolos a disposición de todos los vecinos. La Junta de Intercambio y Adquisición de Libros, máximo organismo en materia bibliotecaria, también instaló numerosas bibliotecas públicas municipales en localidades agrarias. Por otra parte, la política bibliotecaria impulsó la industria editorial y el comercio del libro del país. De hecho, durante el período republicano crecieron las editoriales, muchas constituidas en sociedades anónimas, y aumentaron las librerías en toda la geografía española. Además, el ambiente institucional proclive al libro y a la extensión de la cultura impulsó a editores y libreros a desarrollar actividades como las ferias del Libro de Madrid (1933-1936), que sacaron el libro a la calle, y los camiones librería de la Agrupación de Editores Españoles (1934-1935), que acercaron las obras a los compradores rurales.