«Neil siempre sonreía, por eso caía simpático a la gente. Cuando aparecía, la diversión estaba asegurada. Gary y Trish, Tom y Andrea, Joe y Mary, Paddy y Niamh... Qué bien, qué bien, todas las parejitas iban a la playa... con Neil. Vamos a tener que buscarte una novia, Neil, diría una de las chicas, y él se tumbaría en la arena, pondría las manos debajo de la cabeza y haría algún comentario ingenioso como: ¿Sólo una?. Y todo el mundo, claro está, reiría. Y Neil reiría con ellos. Pero por dentro sentía un vacío desgarrador.»
No es fácil ser adolescente homosexual en un entorno irlandés, conservador y católico. Londres tienta, y saltar el charco es una opción, pero recién acabada la secundaria, a punto de entrar en la Universidad, Neil se muere por vivir la vida sin dobleces ni tapujos. Bueno, no es del todo cierto. También se muere por Ian, aún más joven que él.
Los acontecimientos se precipitan el día en que, huyendo de una rutina edulcorada e insoportable, Neil se aventura en un bar de ambiente donde descubre un mundo distinto y a un guaperas, Shane, que le mira sin cortarse. A partir de ese momento, lo que era deseo apenas contenido entre las cuatro paredes de su habitación se desborda, y en el cambio desempeñan un papel fundamental personajes extraordinarios, hombres que asumen su condición y que pueden sufrir e incluso morir por ella.
Tan lejos de su pequeño mundo, pero tan cerca de quienes se dicen amigos, Neil afronta la prueba definitiva: decírselo todo a sus padres. Su reacción ante el rechazo de aquellos a quienes tanto quiere, y el amor que tarda, pero que llega, le salvarán cuando crea que todo está definitivamente perdido...