Hoy también, Isobelle Swanson se desplaza en tren a Londres. Ésta es una mañana fría igual a tantas otras mañanas frías, sólo que... esta vez su mirada se cruza con la de una mujer sorprendentemente hermosa que en un instante lo trastoca todo. Evelyn Hertford es arquitecta y vive en un depósito de agua reconvertido, lo cual dice mucho de su carácter. Isobelle y Evelyn estaban condenadas a enamorarse.
¿Condenadas? Lo cierto es que se enamoran, intensa y profundamente, a pesar de que las circunstancias que rodean su relación no les facilitarán las cosas. Circunstancia primera: Isobelle tiene una hermana, Fiona, que está a punto de casarse... Circunstancia segunda: Evelyn tiene un pasado torturado que, sincera como es, no oculta a Isobelle, del que emerge un temible acosador cuya maléfica presencia se cierne permanentemente sobre las dos mujeres.
Podría haberse titulado El año que vivimos peligrosamente porque los preparativos de la boda, febriles, y la conducta del acosador, cada vez más amenazante, no facilitan nada la relación de estas dos mujeres que, no obstante, se muestran dispuestas a superar todas las pruebas.
A la lectora que tiene este libro entre las manos no le quedará otra que, con el alma en vilo y el corazón en un puño, llegar con Isobelle y Evelyn hasta el punto y final.