¿Hasta qué punto un escritor siente la necesidad de buscar su voz en el día a día? ¿Es su propio pulso el que se confiesa? ¿Qué papel juega el mundo que le ha tocado vivir? ¿Cómo afectan la rutina del ejercicio literario, las sensaciones del auge y el fracaso, la presencia de otros libros, de otros escritores? Esta obra de Diego Medrano responde a estos y otros interrogantes que siempre surgen con la lectura de un diario. Divertido e irreverente, tierno y desolado, la voz de estas páginas alcanza la plenitud en su género.