El mismo año de 1605 en que aparece la primera parte del Quijote y con una dedicatoria al mismo Duque de Béjar, a cuyo amparo Cervantes había puesto su obra, se publica en Valladolid «Flores de poetas ilustres», antología que Pedro Espinosa había reunido después de cernir «dozientos cayzes» de poesía.
El programa, ambicioso, que Espinosa manifiesta en el prólogo, es el de ofrecer a sus contemporáneos «una muestra del paño», esto es, de la producción poética de su época en el ámbito antequerano-granadino, aunque la presencia de autores del resto de la Península amplía enormemente los límites.
En efecto, el valor de Flores estriba en el hecho de que, con fina sensibilidad poética,
Espinosa ensartó en su antología composiciones que manifestaban todavía anclajes con la tradición anterior, señaladamente herreriana, con otras de autores muy jóvenes al principio de su producción y que representaban las nuevas tendencias barrocas, como Góngora, Quevedo o Lope.
La presente edición, crítica, comentada y que se completa con un total de nueve índices, pretende ofrecer tanto al lector como al estudioso un texto limpio y absolutamente respetuoso con el original de 1605 a fin de que ambos puedan hacerse una idea exhaustiva de lo que fue la «princeps» de una obra que pretendió interpretar la variedad multifacética de la poesía española de finales del siglo XVI y principios del XVII.