Desvergonzado e incontenible en las madrugadas de la radio, Sergio Fernández el Monaguillo tira ahora de su inagotable vena cómica para narrar de forma episódica algunas de las aventuras de su alter ego, un disparatado y gamberro personaje nacido en los setenta, con una vida cuya cotidianidad se ve resquebrajada por sucesos y pensamientos a cual más rocambolesco. Este individuo, capaz de enamorarse de la chica de la etiqueta del bote de champú, de despertarse una mañana dentro del cuerpo de Nacho Vidal o de dejar llorando a Eminem en un duelo de rimas, se hace acompañar en sus correrías por su amigo Jaime, un tipo estrafalario a quien Dios le otorgó un físico a lo Tim Burton («tanto que de pequeño lo enseñaron a dormir boca abajo para no asustar a las visitas»), que tiene un padre aficionado a la ginebra y una madre excesivamente apegada al bingo y al que su poca maña con el sexo opuesto no le impide triunfar en casi todo lo que se propone: cineasta para martirio de la audiencia, estrella del rock satánico, pirata informático y figura mediática de la televisión. Entre otras cosas, este dúo inverosímil se lanza a la noche, conoce el fracaso amoroso, visita lugares exóticos, sufre un episodio de abducción con una copiloto alienígena extrañamente parecida a la teniente Ripley y se corre una aventura a lo Thelma y Louise, en un Talbot Solara Madrid y con un Brad Pitt aquejado de incontinencia.
En toda esta lluvia de disparatadas y desternillantes historias el lector encontrará un nexo común: el humor burbujeante y contagioso de Sergio Fernández, auténtico equilibrista de la palabra, enciclopedia cinematográfica y musical ambulante, maestro del chascarrillo y de la comparación ingeniosa, y dueño de un verbo desenfrenado, irreverente y anárquico, capaz de arrancar carcajadas hasta de los huesos de un difunto.