Éste es el relato de dos de mis viajes, hechos, con cuatro años de diferencia (en 1993 y 1997), a Marruecos y a diversos países de Asia: la India, Nepal, Tailandia, Vietnam, China y Hong Kong, Japón y Filipinas, en los que estuve durante cuatro meses añadiendo tres meses sin sueldo al mes que me correspondía de vacaciones. En todos ellos conocí e incluso frecuenté a innumerables muchachos, entre los que casi siempre sentí calidez, respeto y acogimiento. Junto a dichos muchachos, a su bondad y nobleza, he vivido momentos de extrema felicidad, de una dicha que, unida a la plena libertad de movimientos que me proporcionaba el hecho de viajar solo, casi me hacían sentir culpable. Como si existiese el pecado de la felicidad. Nunca, en toda mi vida, y lo digo sin ninguna retórica, he sido tan feliz. La simpatía, la amabilidad, la coquetería y la sinceridad de aquella gente, y de modo muy especial de los muchachos que encontré allí, me desbordaron y me llenaron de gozo. No sabría decir dónde éste fue mayor. Quizás en Vietnam, quizás en Filipinas... Los recuerdos de tantas y tantas situaciones, que necesitaba ir escribiendo meticulosamente en forma de diario, se multiplican.