A lo largo del siglo XII se desarrolló en el Languedoc, lugar de encuentro de culturas, uno de los movimientos socioculturales más importantes que haya conocido Europa: el catarismo. Con marcada influencia del zoroastrismo y el maniqueísmo, que predicaban la pureza de espíritu, la renuncia a los bienes materiales, la convivencia pacífica y la crítica a una Iglesia católica que hacía lo contrario de lo que predicaba, el catarismo cobró una gran importancia en ciudades como Carcasona, Toulouse, Albi o Rennes-le-Château, y, en general, en todo el Midi francés.
Ante la «amenaza» que representaba este movimiento, la Iglesia oficial, con el papa Inocencio III a la cabeza, ordenó en 1208 perseguir y exterminar a los «herejes cátaros» bajo la máxima: «La acción vale más que la contemplación». Desde la masacre perpetrada en Béziers en julio de 1209, donde murieron más de 20.000 personas en un solo día, hasta la caída del último bastión cátaro, Quéribus, en 1255, los cátaros desaparecieron sin apenas dejar rastro.
Este libro investiga y analiza el desarrollo de esta cultura, al tiempo que describe detalladamente todos los enclaves donde fue masacrada por Simón de Montfort, responsable militar de la cruzada, y por Arnaud-Amaury, director espiritual de la misma, ejecutores de esta oleada de crímenes sin precedentes, hasta entonces, en la historia.