Continuar el Quijote no era lo mismo que hacerlo con alguna novela pastoril. Miguel de Cervantes no había seguido retóricamente un género en el que pudiera a su vez inscribirse el continuador, sino que creaba una novela original. De ahí la peculiar aventura a la que se atreve el escritor que, bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, publicaba en 1614 El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Luis Gómez Canseco, profesor titular de la Universidad de Huelva y destacado especialista en la literatura del Renacimiento, ha perseguido la personalidad del autor misterioso y su posible relación con Lope de Vega. Pero su introducción destaca por el estudio del uso que Avellaneda hace de los materiales y recursos literarios. El lector encontrará además un texto cuidadosamente editado y unas oportunas y esclarecedoras notas a pie de página.