La memoria colectiva, la nostalgia por la tierra que queda atrás, y la defensa a ultranza del entorno son los elementos con los que Rytcheau, mezclando crudeza y ternura, nos transporta a un mundo desconocido, desde el que lanza una diatriba contra el hombre depredador, enemigo de sí mismo y de cuanto le rodea, haciendo renacer los antiguos valores de respeto a la naturaleza del pueblo cucko. De este modo el autor nos sumerge en una fábula llena de magia y referencias a culturas lejanas, donde incluso la luz es diferente y todos los seres, independientemente de su origen, se unen en una sola lucha por la supervivencia.