¿Quién era Felipe Moyano, el desdichado protagonista de este relato? Pues no era un hombre cualquiera, un iluso o un botarate. En su juventud había sido un hombre famoso que luchó en defensa de los valores morales y espirituales que imponía el franquismo y obtuvo medallas y condecoraciones por sus servicios a la patria.
Aupado por sus méritos como luchador en defensa del fascismo y las oligarquías, ocupó cargos preminentes en la administración del Estado, los cuales le sirvieron para hacerse muy rico y satisfacer su ego engreído y vanidoso que se imbuía del falso contenido de las grandes palabras y las pomposas apariencias. Tras la penosa caída, solo conoció el fracaso, la frustración, el caos mental y la simulación que le condujo a la locura.