«Todos sabemos escribir cuentos. Escribimos uno para todo el tiempo que dura nuestra vida en una lengua que ignoramos poseer. Una lengua que no está hecha de palabras, aunque su composición sea muy parecida a los lenguajes que conocemos», señala Tullio Pericoli. Este cuento que escribimos cada día en nuestro rostro obedece a una gramática misteriosa de la que el autor conoce las reglas. Él sabe traducir este código cifrado y de este trabajo de traducción nacen sus retratos, «una biografía distinta de la oficial, una síntesis visual, una especie de rostro-resumen». Como él mismo nos dice: «¿Podría existir un rostro que, a pesar de parecerse al auténtico, fuera más verdadero aún porque nos cuenta su historia?».