Cuando Sandra no va a clase el lunes todo el mundo se pregunta qué debe haber sucedido. Sobre todo porque Zeta tampoco ha ido y su mejor amigo, Yago, los descubrió besándose el sábado anterior en el bar que solían frecuentar los fines de semana. La sombra de la duda, poco a poco, se extiende sobre el entorno de Sandra y sus familias. Aunque al principio Zeta no responde a los mensajes, Yago encontrará la manera de localizarlo y, así, poder afrontar la verdad de lo sucedido. Con un ritmo ágil, vivo y actual, esta novela refleja con precisión las dificultades que se viven durante la adolescencia y la facilidad con la que nos convertimos en cómplices de aquello que no queríamos que ocurriera jamás.