Una de las cuestiones centrales que se plantea en este libro y que se intenta responder a lo largo del mismo es por qué hablamos mucho de la tecnología, de los ordenadores, de su uso educativo y sin embargo, se utilizan tan poco. Entramos en los centros y nos fijamos en las máquinas, ocupan lugares especiales, resultan muy visibles pero ¿son utilizados?, ¿juegan un papel formativo y educativo en las escuelas?, ¿no son meros objetos visibles con poca influencia sobre los estudiantes? ¿Por qué no se usan tanto como parece?
En este libro proponemos dejar de hablar de máquinas y programas y preocuparnos por cómo apropiarnos de la tecnología, cómo integrarla en la educación y la formación. Llevamos años mirando a las máquinas y preguntándonos qué podemos hacer con ellas. La formulación es errónea. La tecnología actual influye, condiciona nuestra forma de educar pero, al mismo tiempo, nosotros condicionamos nuestras tecnologías. La apuesta es dejar de hablar de máquinas, de programas, de lo visible e ir más allá, analizar qué hay detrás de las diversas alternativas que los nuevos medios ofrecen, qué educación pretendemos dar a nuestros estudiantes. Cómo podemos realmente utilizar la tecnología para dejar de hablar de ella en abstracto, en general como algo presente, visible y que casi violenta nuestra actuación.
En El ordenador invisible se sostiene la idea de que el ordenador pasará a integrarse en los centros cuando ya no se hable de él, cuando sea algo invisible, cuando al entrar en el aula observemos con la misma naturalidad a los ordenadores que a los bolígrafos, los libros o los cuadernos. Se trata de dar sentido a la tecnología y apropiarnos de ella.
El libro está dividido en dos partes. En la primera, mirando lo visible, se analiza la introducción del ordenador en el ámbito educativo a través del objeto en sí mismo. Mientras que en la segunda, hacia la invisibilidad, se proponen vías que permitan la apropiación real de la herramienta.