A Jara le asaltó un sentimiento raro. Solía quedarse sola en casa con frecuencia, pero ese día, 20 de marzo, fue especial. Se metió en el baño y se colocó ante el espejo. Sus ojos seguían siendo los mismos del día anterior, grises. El pelo tampoco parecía ni más largo ni más corto. Sin embargo, ella se notaba muy distinta. Había cambiado, sí. De la noche a la mañana se había transformado en una mujer, pero ¿de verdad era todo tan fácil? Crecer, ser dueña de sus actos... Allí estaban sus padres, su amiga Ihintza, Urko; Jazz, el chico más guapo del instituto, y todo un mundo por descubrir.