Aquella mañana el aire olía a fiesta, el cielo estaba muy azul
y un sol grande y redondo le daba los buenos días
desde lo alto. Daniela sonrió. Y la sonrisa de Daniela
voló y voló y fue a posarse en el corazón de Roberta,
como un colibrí en primavera...
Un relato repleto de figuras literarias que rebosa optimismo
y alegría. Daniela irradia ganas de vivir a los seres alicaídos
que se cruzan con su sonrisa voladora, que se transmite
a todos los animales que protagonizan esta fábula:
la hipopótamo, el chimpancé, la elefanta, la avestruz y el chacal
cambian complejos, mal humor, vida monótona, insensibilidad
y carácter belicoso por una nueva actitud ante la vida,
con autoestima, cariño, audacia, ternura y simpatía.