Detalles hasta ahora habían desapercibidos sobre la vida
cotidiana de Caperucita -su torpeza para la costura, su fama
de golosa, su curiosidad extrema- salen a la luz en esta obra.
Fruto de una intensa investigación, Rodríguez Almodóvar
no escatima en detalles: conversaciones entre madre e hija,
entre niña y lobo, están fielmente plasmadas.
Así, desentraña escrupulosamente el plan del malvado animal
para devorar a una Caperucita que se describe como una pequeña
inocente y temerosa, aunque hábilmente astuta al final del cuento.
Con un lenguaje descriptivo y abundantes pinceladas poéticas,
el autor no elude evocar pasajes característicos del relato clásico:
“abuelita, qué uñas tan grandes tienes, qué hombros, que nariz…”