En la filosofía práctica contemporánea, especulativa y abstracta en exceso, se perciben síntomas de agotamiento, esterilidad y cansancio. Se escuchan, por tanto, voces que reclaman con insistencia un retorno, desde una ética de principios, imprescindible, sin duda, a una ética aplicada a las situaciones concretas de la vida. Se habla, por ello, de un nuevo giro de la filosofía práctica. Tras el giro lingüístico, predominante en la reflexión hacia mediados de la pasada centuria, y tras el giro pragmático, imperante durante las últimas décadas, estamos asistiendo a un giro aplicado, que desde hace algunos años remueve con intensidad las aguas de la reflexión moral.