Tras la espectacular victoria occidental de 1940, el III Reich se apoderó de enormes cantidades de material militar francés que inmediatamente incorporó a sus filas y las de sus aliados del Eje, material que fue de vital importancia en la «Operación Barbarroja» que se desencadenó al año siguiente contra Rusia. Con el que se consideró no adecuado para servir en sus formaciones de primera línea y el que quedó desfasado según avanzó la guerra, especialmente los carros de combate, se desarrollaron nuevos sistemas de armas nada más concluir los combates de 1940, mediante su modificación. La Wehrmacht emplearía estos materiales en diferentes teatros de operaciones hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, gracias a las grandes cantidades que se entregaron.