Partiendo de la nada y con una aportación blindado-acorazada de sus aliados alemanes e italianos, poco valiosa –militarmente hablando–, el ejército que se sublevó el 18 de julio de 1936 llegaría a organizar dos unidades de carros de combate tipo regimiento, que tuvieron mucha importancia en el devenir de la Guerra Civil española.
Si al principio de la contienda, la base de las unidades acorazadas franquistas eran los carros Panzerkampfwagen I y Fiat-Ansaldo CV.33/35, a medida que esta transcurría, las capturas del material acorazado republicano –de mucha mejor calidad que el de sus adversarios–, dio origen a la formación de secciones, compañías e incluso batallones, armados con vehículos blindados de origen ruso, procedentes de los envíos que la URSS había hecho a los gubernamentales en el transcurso de la contienda.
Las citadas capturas de material bélico en general, y de carros de combate y blindados en particular, constituyeron la fuente principal de materia prima para que las Agrupaciones de Carros de Combate del Norte y, sobre todo del Sur, llegaran a alcanzar la potencia de fuego que consiguieron al final del conflicto