Cuando se produjo la sublevación militar de julio de 1936 en España, las provincias del norte –Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias– quedaron aisladas del resto del territorio en poder de los partidarios de la República española, aunque mantuvieron el enlace con Francia. Cuando la mayor parte de Guipúzcoa cayó en poder de los alzados, el Norte republicano quedó completamente aislado, pudiendo sólo recibir ayuda por mar. Pese al aislamiento, diversas empresas del sector ubicadas en el territorio del Norte republicano llevaron a cabo la fabricación de blindados, algunos de ellos verdaderamente inservibles y otros, en cambio, de buena factura y aceptables prestaciones para la guerra en ciernes. En la «Naval» de Sestao se llegaron a fabricar tanques-orugas de diseño netamente español, rescatando del olvido un antiguo proyecto de la fábrica de armas de Trubia. Al Norte también llegarían, procedentes de Polonia, una buena partida de tanques Renault FT-17, carros muy similares a los que prestaban servicio en el Ejército español de 1936. Pese a ello, y a que muchos de los recibidos estaban armados con cañones de 37 mm, el modelo estaba ya ciertamente desfasado y se vería eclipsado por otros muchos modelos más modernos en el transcurso del conflicto. En este libro se estudia con detalle el proceso de fabricación y de importación de vehículos blindados por parte de las autoridades republicanas, con especial atención a la organización de unidades y al empleo en operaciones militares de dichos blindados entre julio de 1936 y octubre de 1937.