La lucha por el dominio de las islas de Peleliu y Angaur fue la más dura y sangrienta, en términos de bajas con relación al territorio en disputa, que hubieron de enfrentar los norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial. Tras 74 días de lucha encarnizada, habían muerto casi todos los defensores de las islas, unos 12.300 hombres, así como casi 2.000 estadounidenses.
Tras la toma de Peleliu, su aeródromo y el de Angaur comenzaron a utilizarse para atacar las posiciones japonesas en el resto de las Palaos y como base de cazas nocturnos. También servirían de base logística para posteriores operaciones anfibias.
Las lecciones aprendidas por los marines y el ejército, durante aquellos 74 días, fueron de gran utilidad en las operaciones anfibias posteriores ya que pusieron de manifiesto el cambio de la táctica defensiva japonesa frente a los desembarcos, la necesidad de reunir una información más extensa y consistente sobre la orografía de los objetivos y las defensas japonesas y la necesidad de un más extenso y cuidadoso bombardeo de ablandamiento durante los días anteriores a los desembarcos.