La obra presenta una revisión de las razones de la supervivencia de España y su Imperio europeo y de ultramar durante el reinado del último Habsburgo español, Carlos II (1664-1700).
Hasta ahora se ha asumido que en la época de Luis XIV España colapsó como potencia imperial, militar y naval, y solo mantuvo su imperio porque los estados que hasta entonces se oponían a la hegemonía española acudieron en ayuda de Carlos II. Los aliados de España jugaron un papel importante, sin embargo, como demuestra Christopher Storrs, esta visión subestima seriamente los esfuerzos de Carlos II y sus ministros para preparar soldados para luchar en los diversos ejércitos de España -sobre todo en Flandes, Lombardía y Cataluña- y para asegurar la continuidad de la presencia naval de España en el Atlántico y en el Mediterráneo. Aunque estos compromisos eran costosos, añadiendo una considerable presión fiscal a los asuntos de Carlos II y a las tensiones políticas y administrativas de la Monarquía, sin embargo durante este período España continuó manejando el oneroso imperio con eficacia. Esto fue debido a diversos factores, incluyendo la continuada contribución de Castilla y de la plata americana, un cierto grado de centralización administrativa, la creciente aportación de los territorios españoles no castellanos y la continua importancia de la colaboración de los dominios no españoles, como Nápoles.