El general Hernández Saravia fue el colaborador militar más directo de Manuel Azaña. Compartieron la lucha contra la Monarquía, el intenso trabajo de construcción y defensa de la Segunda República, y los difíciles tiempos del exilio. Fue el militar más valorado por el presidente de la República.
Pero Saravia no fue sólo un hombre a la sombra de Azaña. Completó una carrera convencional hasta que un conflicto interno dentro del ejército -el asunto artillero- le condujo a la ruptura definitiva con la Monarquía. Corría el año 1926 y, a partir de ese momento, Saravia no cejó en su lucha a favor de la República. Encarcelado y represaliado por el régimen de Primo de Rivera, asumió importantes responsabilidades en los movimientos antimonárquicos. Fue el jefe del Gabinete Militar del Ministro de la Guerra y secretario particular del presidente del Gobierno y de la República. Durante la Guerra Civil fue ministro de la Guerra y jefe de Ejércitos y Grupos de Ejércitos. Dirigió la mítica toma de Teruel y la defensa de Barcelona, y dio por concluida su intervención en el conflicto bélico tras un encontronazo con el jefe del Estado Mayor Central, Vicente Rojo. La salida al exilio no supuso el fin de su compromiso con la República. Aislado durante los años de la Segunda Guerra Mundial, volvió a su trabajo activo como ministro de Defensa del Gobierno de la República en el Exilio.