El botellón es una reunión masiva de jóvenes, en espacios abiertos de libre acceso, para combinar y beber la bebida que han adquirido previamente en comercios, escuchar música y hablar.
Se trata de un tipo de conflicto nuevo. Tradicionalmente el foco de los conflictos ha venido determinado por la producción (lucha de clases) o por las creencias sociales (nacionalismos, conflictos religiosos); sin embargo, el del botellón se enmarca de lleno en el ámbito del consumo, que es el principal factor de agrupación y creación de identidades en la sociedad contemporánea. En ese sentido podemos hablar de un conflicto postmoderno, un divertimento social. Uno de esos conflictos que forman parte del espectáculo, en el que se lucha todos contra todos y donde hay un sólo vencedor, nunca presente, nunca explícito: en este caso, las corporaciones multinacionales productoras de alcohol.
Los autores realizaron una investigación en toda Extremadura, sobre los hábitos de ocio juvenil nocturno, centrada en el fenómeno del botellón. La comparación de sus resultados con los datos disponibles de otras comunidades y países revelan el carácter global de este tipo de fenómenos, que hasta adquieren nombres iguales o parecidos en otros países. Es un fenómeno que responde a las tendencias que en el ocio nocturno podemos observar en el conjunto de Europa. El problema no es el botellón en sí mismo, sino lo que ocurre con esos menores que salen por las noches, que beben e incluso se emborrachan, que consumen drogas, sin que al parecer, los padres tengan conciencia de lo que está ocurriendo.
No se bebe, o se toma, porque hay que hacerlo, porque lo mande el grupo de iguales, sino simplemente porque lo impone el modelo cultural global dominante.