Para muchos el andaluz es una lengua que no existe. La pretenden limitar a la marginación, a la humillación, al desprecio, a la risa... Hablar de lengua andaluza suele provocar una reacción instantánea: represión y ridiculización; bien, reaccionemos: el andaluz existe; apliquemos la lógica: después de siglos de romanización y de islamismo —muchos más que en el resto de territorios de la Península Ibérica— ¿somos el único pueblo de Europa que no ha sabido derivar su lengua primitiva a un idioma moderno? El andaluz o lengua andaluza es una lengua romance que toma como base el latín de La Bética. Durante los siglos de Al Ándalus, los andalusíes, principalmente los mozárabes, la difunden a otros pueblos de la Península Ibérica. Cuando Al Ándalus es conquistada por el resto de territorios de la Península, el andaluz, que durante ochocientos años ha sido colonizado por el árabe, lo es ahora por el castellano, curiosamente la lengua que ha contribuido a formar en el centro norte de lo que ahora conocemos como España. Y, por supuesto, el andaluz tiene gramática y diccionario. En este libro los hemos pergeñado, aunque se empeñen en tacharlos.