El 23 de abril de 1966 Antonio Adserá y Montserrat Bertrán abrieron la librería. Los primeros años fueron muy importantes para dar identidad: la letra gótica del nombre, los dibujos del papel recordando imprentas antiguas y, como anagrama, la imagen de una lámpara romana, que representa un esclavo desnudo y que se guarda en el Museo Arqueológico de Tarragona.
Así, quedaba muy clara la intención de ser una librería con una concepción humanista, arraigada al entorno, acogedora, participativa y abierta a la ciudad. Con espíritu de servicio y de atención al cliente.
Y esto significa que, con el libro, también queremos vender entretenimiento, formación, imaginación, reflexión, compañía... todo lo que ayuda a la persona a ser feliz y crecer interiormente. Porque, en definitiva, son estas coses las que dan sentido a la vida y calidad humana a la Sociedad.
Por estas razones, la librería es algo más que un negocio, porque hay vocación social y cultural. Somos una librería de proximidad... pero abierta al mundo; porque las redes sociales han permitido que todos seamos vecinos.
Priorizamos un fondo literario amplio, que dé respuesta tanto a lectores mayoritarios como minoritarios. Porque la librería es un espejo social, donde todos deben sentirse identificados.
Durante 50 años han cambiado muchas cosas, pero todavía estamos aquí repartiendo palabras y vendiendo sueños, emociones y esperanzas. Los libros nos conmueven, nos hacen reflexionar, nos despiertan el deseo de aprender.... las emociones no han cambiado, no van a cambiar nunca.
Por esto nos definimos como una librería tradicional y moderna a la vez.