En los siglos XIX y XX pasa a primer término el problema de la identificación del Derecho. La solución que prevalece lo ve como producto de la sociedad política (el Estado): no como realidad material, sino como preceptos o normas. Culminación de ello es la postura de Kelsen, que, al reducir el Estado a las normas, llega consecuentemente a la identificación de Derecho y Estado. No faltan, sin embargo, posturas que lo consideran un hecho social en general. Y otras que lo contemplan desde la perspectiva de la justicia.