El 16 de enero de 2013 se hace público que el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, mantiene desde hace largos años un patrimonio oculto en Suiza que ha llegado a veintidós millones de euros. Él mismo declara después que, en realidad, esa fortuna podría sumar treinta y ocho millones. El gran impacto de la noticia duraría muy poco. Porque, inmediatamente, en cuestión de horas, la cuenta suiza de Bárcenas atrae como un imán el pago de presuntos sobresueldos a la cúpula del Partido Popular.
Unas semanas más tarde, el 31 de enero de 2013, se publican los llamados Papeles de Bárcenas, una fotocopia de catorce páginas que contiene el libro de caja, de entradas y salidas, entre 1990 y 2009, firmado de su puño y letra, primero como gerente y más tarde como tesorero nacional del PP. Son las anotaciones personales, paralelas a la contabilidad oficial, que lleva para sí mismo el tesorero del partido, el propio Bárcenas.
Según esas notas, parte de las donaciones, presuntamente ilegales, abonadas por empresas para obtener el favor oficial en la adjudicación de obras públicas, se distribuían entre los principales dirigentes del PP, en pagos trimestrales o semestrales, todos los años, con Mariano Rajoy a la cabeza.
Este libro sigue los rastros de Bárcenas desde su implicación temprana en la trama Gürtel, en febrero de 2009, hasta sus intentos más escabrosos de neutralizar el procedimiento judicial, a veces con éxito, durante los años siguientes. A través del extesorero del PP se escudriña aquí el comportamiento de todo un partido y de sus principales dirigentes. Si Balzac decía que intentaba, a través de sus libros, ser el notario de una época, Bárcenas es el notario de la conducta y los estereotipos del PP de ésta época.
Un caso que implica viajar al centro de la relación entre corruptores y corruptos, al centro de la financiación ilegal. Un sistema encubierto con habilidad, destreza y grandes complicidades, durante demasiado tiempo.