La comunicación se ha convertido en los últimos tiempos en una pieza decisiva en las estrategias político-económicas de las empresas e instituciones que interactúan en la sociedad global. Sin embargo, la imagen pública que proyectan a través de los medios de comunicación cuando tienen que enfrentarse a crisis es todavía notablemente mejorable. Con demasiada frecuencia, a la crisis real, y a sus inevitables consecuencias, se añaden las crisis mediáticas que se derivan de una mala gestión de la comunicación en esos casos de máxima presión. La comunicación de crisis tiene como objetivo facilitar el diseño de estrategias preventivas y protocolos de comunicación que permitan controlar los efectos de la crisis en la opinión pública y, en consecuencia, minimizar los daños inevitables. De ahí que los gabinetes de comunicación sean piezas estratégicas en la operatividad de empresas e instituciones, pues de su eficacia y profesionalidad dependerá, en buena medida, su propia supervivencia en el concierto social.