Este libro liberará de sus inhibiciones a todos aquellos que no consiguen hablar el bonito y correcto inglés de Oxford. Para comunicarse con todo el mundo es mejor conocer una sola lengua simple pero al mismo tiempo eficaz: el globish.
¿De qué se trata? De una forma reducida del angloricano, limitada a 1.000 palabras aproximadamente bien conocidas y de una sintaxis rudimentaria. Esta forma de comunicación ya se utiliza desde hace tiempo. Es esa que nos permite conversar con los que no son anglófonos nativos: la gran mayoría de los habitantes del planeta. Al mismo tiempo nos da una ventaja sobre los anglófonos que creen que todo el mundo les entiende cuando no es así. Hay que sacar a la luz esta herramienta y darle sus primeras reglas y letras de nobleza. Este es el objeto de este libro.
El desarrollo voluntario del globish dejará a las lenguas de raíz latina la función de ser lenguas de cultura de referencia en el mundo y entonces este ensayo habrá conseguido todos sus objetivos.