Los avances en genética plantean nuevos retos personales y sociales. Como en cualquier otro campo científico, la adquisición de conocimientos puede tener aplicaciones muy diversas y generar sentimientos de esperanza, duda o ansiedad. Pero cuando esta aplicación incide directamente en la salud humana, estos planteamientos adquieren una relevancia muy especial. En este sentido la genética ha sido hasta hace muy poco tiempo una ciencia muy discreta. Aunque el enunciado de las leyes de la herencia de los caracteres por Greogr Mendel (1865), el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ácido desoxirribonucleico (DNA) por James Watson y Francis Crick en 1953, y más tarde, los conocimientos sobre la estructura y función de los genes fueron hitos cruciales de su historia, ninguno de ellos generó controversia social, ni obtuvo una gran resonancia más allá de las áreas científicas próximas.