La abundante literatura, los debates en torno a la ineficiente Administración de Justicia especialmente en el ámbito penal, y la terrorífica proliferación legislativa a que en materia procesal penal nos viene acostumbrando el legislador nacional e internacional en las últimas décadas del siglo XX justifican una situación que podemos hoy calificar de epidemia globalizada. Que efectivamente algo está sucediendo y/o transformándose es una obviedad. Lo importante es, sin embargo, calificar el fenómeno y buscar, si cabe, la mejor posición ante el mismo. Se habla de crisis, de insatisfacción, de ineficiencia y de transformación; es más, podríamos seguir incluso calificando el momento con diversos términos, porque constatable es que un poco de todos ellos efectivamente configuran el estado actual de la justicia penal.