El miedo es el arma más poderosa del terrorismo. Si nos dejamos dominar por nuestras suposiciones de lo que «puede» ocurrir, nos convertiremos en instrumentos
—sujetos voluntarios o involuntarios— del «imperio del miedo».
En esta nueva crítica de la política exterior de Bush, a la vez implacable y pragmática, Benjamin R. Barber expone con detalle la insensatez que supone la guerra preventiva, situándola en el contexto de doscientos años de doctrina estratégica estadounidense. Muestra cómo se han creado determinados «estados canallas» con el fin de sustituir a terroristas demasiado difíciles de localizar y destruir, y cómo Estados Unidos continúa apoyando dictaduras en países que considera amigos, al tiempo que cree poder imponer la democracia a los enemigos derrotados por la fuerza de las armas.
El 11 de septiembre nos enseñó que el ejército estadounidense, en realidad, no puede proteger a la sociedad; la guerra de Irak ha demostrado que es posible utilizar la estructura militar para la conquista, pero también ha puesto de manifiesto sus límites como instrumento de democratización. En respuesta al terrorismo, Estados Unidos se ha arrogado un derecho de acción unilateral que vulnera el marco internacional de legalidad y cooperación del que antes fue arquitecto, marco que constituye la única vía para derrotar la anarquía terrorista. Aunque los estadounidenses se consideran el gran modelo de las sociedades democráticas, Estados Unidos actúa con desdén plutocrático hacia el resto del mundo, condenando un impreciso «eje del mal» al tiempo que ignora la indiscutible evidencia del <>. Barber sostiene con convicción que el fariseísmo estadounidense pone en peligro el futuro de Estados Unidos (y del mundo), y que no se puede propugnar la democracia reduciendo la libertad a la dictadura del mercado o imponiendo a otros países las estructuras políticas y el materialismo agresivo típicamente estadounidense. Con un entusiasmo que no excluye el rigor y un gran sentido crítico, Barber nos ofrece una visión inspirada y sugerente de lo que debe ser una ciudadanía mundial comprometida en este siglo XXI.