El mundo está inmerso en un proceso de cambios condicionados por la evolución de los medios de transporte y la generalización de las nuevas tecnologías. Hoy aquella inmensidad territorial llamada Planeta Tierra se ha empequeñecido, hoy es una Aldea Global, con profundas y novedosas ramificaciones económicas. Las empresas deben competir en esta Nueva Economía transformando profundamente sus estructuras. El ámbito de actuación de éstas ya no conoce límites: la producción y la distribución se encuentran separadas por miles de kilómetros. Y aparecen nuevas palabras o se les da nuevo contenido: calidad total, globalización, servucción, franquicias, neorrestauración... La economía se está reinventando.
Las empresas turísticas no son ajenas a esta situación y están obligadas a hacer frente a las nuevas exigencias en un proceso de reinvención de sí mismas y de sus productos y servicios. Los caminos son diversos pero la concentración empresarial y la especialización son el futuro de este sector. La primera busca una internacionalización de la empresa, mientras que la segunda intenta adaptarse a las nuevas necesidades. En el nuevo escenario prima el aporte de valor añadido que diferencie unos servicios de otros, por lo que invertir en la formación del equipo humano es una necesidad. La competencias es brutal, ya no se limita a espacios concretos, todos compiten contra todos, así pues, ser líder en costes o en servicios es la llave que abre la puerta del éxito.