Afirma el autor que de las sombrías semanas santas de su infancia tan solo han permanecido en su costumbre las huellas de sabores que renacen acordados en el paladar. De múltiples paladeos están holladas las páginas de este libro, tantos que, al enhebrarlos, el autor acaba trazando con ellos el mapa del gusto en España y, con él, los ámbitos de las conversaciones con sus temperies, sus sonidos y sus decires y coplas. No es el tratado de un antropólogo ni el álbum rancio de un folclorista ni el memorial de las pequeñas patrias, sino un fecundo poema didáctico que aprovecha mientras deleita. Quizá sea esta su clave, la capacidad de captar, evocar, contar y cantar los muy generosos placeres que brindan la cocina y la bodega a quienes las trabajan y las ofrecen con aseo de manos y de corazón.
Si el lector, por caso, evoca la vieja estructura del libro de Patronio que nos legó don Juan Manuel, príncipe de Villena, quizá acierte. De una consideración moral previa (moral: del latín 'morale', lo relativo a las acciones humanas en función, sobre todo, de la vida colectiva), actualizada con el cuento de una de tales acciones situada en el pasado, el poeta Ramón García Mateos, cantor de las vivencias y los ensueños de sus paisanos más artistas por humildes y prójimos, extrae la lección que nos guiará en elaborar los platos de nuestros posibles futuros placeres, que nos serán de provecho.
Antonio Carvajal