La geografía política del mundo está fundamentalmente dominada por el Estado-nación, una modalidad que surge a finales del siglo XVIII de la estrecha vinculación entre una forma de organización política, el Estado, y una forma de agrupación de individuos con afinidades culturales, que es la Nación. En el siglo XXI quedan comunidades nacionales que quieren constituirse en estados, como por ejemplo las creadas en el siglo XIX en Europa o sus derivaciones (Escocia, Cataluña, Quebec…), las formadas en el proceso de expansión imperialista en los siglos XIX y XX que no tienen necesariamente características étnicas o culturales diferenciadas de los vecinos (Palestina, RASD, Rojava…) o aquellas que “resurgen” de los pueblos originarios en el siglo XX (Mapugundun, Maorí…), entre otras. Esta obra se centra sobre todo en los casos de naciones sin Estado en el Sur global; incluye algunos casos de pueblos que quieren construir un Estado-nación de base territorial, como el Kurdistán (en Irak) o Mapugundun (en Chile y Argentina), pero también se interesa por las nuevas formas políticas que intentan explorar otras formas de gobernanza, con menor énfasis en la territorialidad: la Federación Democrática del Norte de Siria (en Rojava, Siria), los Caracoles y Juntas de Buen Gobierno (en Chiapas, México) o las Autonomías Indígenas, Originarias y Campesinas (en Bolivia).