El 4 de julio de 1776 se aprobaba la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que se convertiría en la primera proclamación de los derechos humanos. ¿Cómo es posible que sus autores, pertenecientes a una sociedad construida sobre la esclavitud, sostuviesen que «todos los hombres son creados iguales» y disfrutan de «ciertos derechos inalienables»?A partir de esta pregunta, Lynn Hunt analiza con brillantez los cambios experimentados por las mentalidades individuales en el siglo XVIII y su influencia en la abolición de la tortura. Asimismo, muestra cómo la Declaración de Independencia estadounidense y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa (1789) contribuyeron a romper con la tradición y la autoridad establecida, y cómo, en el caso de la Declaración francesa, la lógica revolucionaria abrió un espacio para el debate, el conflicto y el cambio. En su recorrido por la historia de los derechos humanos, Hunt estudia la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, para, finalmente, alertar sobre el resurgir de la tortura y la limpieza étnica, la violación como arma de guerra, el creciente tráfico sexual y la esclavitud. Sesenta años después de esta Declaración Universal, las Naciones Unidas han proclamado 2009 el Año Internacional del Aprendizaje sobre los Derechos Humanos.