Marie Curie recibió el Premio Nobel de Física con Pierre Curie en 1903, y el Premio Nobel de Química en 1911. Cuando sucedió el accidente que provocó la muerte de su esposo Pierre, en 1906, su hija mayor, Irène, solo tenía 9 años y Eva, la pequeña, dos.
Las cartas que intercambiaron madre e hijas recogidas en este libro nos sumergen en su intimidad familiar y nos trasmiten los grandes y pequeños sucesos de su vida, hasta el fallecimiento de Marie en 1934. Estas cartas dan testimonio de sus estrechos vínculos y del amor y armonía que nunca dejaron de desarrollarse entre ellas. Este libro nos descubre también a tres personalidades femeninas brillantes e independientes ligadas por un cariño intenso e indefectible.
"Como traductoras, es un desafío reflejar cómo va evolucionando el estilo y la capacidad de expresión de unas niñas desde sus primeras cartas de párvulas, con unas faltas de ortografía y un contenido igualmente enternecedores, hasta las misivas de mujeres hechas y derechas, universitarias cultas y formadas, que casi charlan en pie de igualdad con su madre.
También resulta un reto fascinante la variedad de registros que a veces se concentran en un texto muy breve (casi todas las cartas son bastante breves), desde el más cotidiano y doméstico, hasta el más técnico y especializado, pasando, inevitablemente, por sentimientos como un profundo amor materno-filial, la añoranza, la confianza pero también el respeto... Y es que, precisamente, la vida de estas mujeres, sobre todo la de Marie Curie, es tan singular y novelesca que resulta fácil caer en la tentación de "reescribir" las cartas como si se tratara de una obra de ficción más. No podemos perder de vista en ningún momento, ni como lectoras ni mucho menos como traductoras, que se trata de cartas reales, escritas con el corazón en la mano y sin ninguna pretensión literaria a pesar de que en ocasiones sí que resulten literarias y hasta poéticas."
María Teresa Gallego y Amaya García Gallego (traductoras)