En los últimos años Médicos Sin Fronteras (MSF) ha desarrollado la reputación de ser una organización médico-humanitaria dispuesta a ir a casi cualquier lugar para prestar ayuda a las personas afectadas por conflictos armados, epidemias o desastres naturales. Sin embargo, cuando preguntamos a esas mismas personas sobre la percepción que tienen de MSF, sus respuestas pueden llegar a ser sorprendentes: un organismo con sede en Arabia Saudí; una compañía privada china financiada por una obra de caridad musulmana; una organización que permite el acceso a personas armadas en sus estructuras médicas (de hecho, es todo lo contrario). Son algunas de las sorprendentes respuestas recogidas durante un estudio realizado por la sección suiza de MSF.
En el mundo posterior al 11 de septiembre de 2001, asistimos a una redefinición de las relaciones de fuerza en el planeta, así como a la emergencia de nuevos actores que cuestionan los fundamentos de la ayuda humanitaria o que la utilizan con fines militares. Dada esta situación, a MSF, una organización con 40 años de experiencia, le ha parecido importante realizar una investigación sobre la percepción que se tiene de ella y de los principios humanitarios de neutralidad, imparcialidad e independencia en los que basa su trabajo. A los resultados de la investigación se han añadido una serie de artículos escritos por investigadores, académicos, estudiantes y también por profesionales de otras organizaciones, que exploran diversas facetas de la acción humanitaria actual.
Este libro comparte los resultados de ese estudio, y ofrece, tanto a los trabajadores humanitarios como a las personas interesadas en estos temas, algunas claves para comprender los principales dilemas a los que hoy se enfrenta la acción humanitaria.
Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico-humanitaria internacional que asiste a poblaciones en situación precaria, a víctimas de catástrofes y de conflictos armados, sin discriminación por raza, religión o ideología política. Su presencia independiente e imparcial en las situaciones de crisis permite dar una asistencia inmediata y temporal a las personas más necesitadas. Ponen la acción sanitaria en primer lugar, pero también asumen riesgos, confrontan al poder y usan el testimonio como medio para provocar cambios en favor de las poblaciones. La organización, con proyectos en más de 70 países, cuenta con más de 2.500 trabajadores internacionales, que colaboran con casi 32.000 profesionales contratados localmente. Su compromiso con las poblaciones a las que asisten es su fuerza vital.
Su labor ha merecido, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1991, el Premio Consejo de Europa de los Derechos Humanos 1992, la Medalla Nansen para los Refugiados 1993, el Premio Roosevelt a las Cuatro Libertades 1996, el Premio Indira Gandhi 1996, el Premio Conrad N.Hilton 1998, el Premio Nobel de la Paz 1999, el Premio Zayed para la Salud 2002 y el Premio Rey Hussein al Liderazgo Humanitario 2004.