Nuestra época se ha saturado de discursos sobre la memoria: libros, coloquios, museos, leyes, son algunos de los modos en que la memoria ocupa el espacio público, poniendo de manifiesto la intensa voluntad "memorística" de la sociedad actual. La saturación, no obstante, produce más confusión que claridad, genera más ruido que sentido y trivializa aquello de lo que se ocupa.
De allí la radical importancia de esta obra de Manuel Cruz. 'Cómo hacer cosas con recuerdos' establece una distinción entre los usos reivindicativos, la vocación puramente archivística y la manipulación política, por un lado, y las potencias que la memoria tiene para producir futuro, por el otro. En efecto, para Cruz la memoria no es el inventario exánime de hechos acaecidos, ni tampoco la interpretación de esos hechos que permite fundar una toma de partido. Es, antes bien, un instrumento que hace posible una mirada distinta sobre la realidad, para "contemplarla, aunque sólo fuera por un segundo, bajo una luz diferente. Porque humano, insobornablemente humano -dice el autor-, es el impulso que nos lleva a confrontarnos con nuestro pasado, a medirnos con él, a intentar extraer del relato de lo ocurrido lecciones que nos ayuden a proseguir nuestra andadura liberados, en lo posible, de lo peor de nosotros mismos. Ilusionados, en la medida en que nos dejen, en vivir juntos de otra manera".