Estas memorias del director norteamericano King Vidor han sido consideradas a menudo como uno de los mejores libros de cine jamás escritos. Y puede que sea así, pues se trata de un texto que extrae su capacidad de fascinación a partir de la habilidad con que Vidor engarza situaciones y reflexiones, evocaciones y digresiones, en lo que al final acaba siendo no sólo un fidedigno retrato de Hollywood, de sus inicios a su decadencia, sino también una apasionante narración sobre los hombres y las mujeres que lo hicieron posible, sobre el contexto cultural en que se desarrolló y sobre las películas que allí se realizaron.
Se trata, en el fondo, de una novela de aprendizaje que empieza con los primeros pasos del joven Vidor en el Hollywood de los años diez, sigue con su meteórica ascensión en el negocio del cine, describiendo paso a paso qué circunstancias rodearon la realización de cada una de sus películas, y finaliza con un sucinto relato de sus últimos trabajos, una sección que Vidor añadió a la edición francesa del libro y que aquí se publica por primera vez en castellano. Tras todas estas vicisitudes, sin embargo, no sólo emerge la personalidad de uno de los grandes autores del cine clásico, sino también el perfil de un hombre que pensó en imágenes, un filósofo de la naturaleza en la gran tradición americana de Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau o Walt Whitman. Alguien, en definitiva, para quien la grandeza de los árboles estriba precisamente en que no son más que árboles.