Cuando tenía quince años decidí que viviría hasta los treinta. Ahora tengo diecisiete. Mi vida ira en torno a la música y a la iglesia: el Violín y Dios. Del instituto al conservatorio, del conservatorio a los cultos, de los cultos a los ensayos y vuelta a empezar.
Nací en Chamberí, aunque soy de origen surcoreano. Me educaron para ser la fortaleza y la luz en la montaña, pero hoy me siento sucio y culpable. ¿Esto es el sexo? Aún no sé si me ha gustado o no. No, no me ha gustado? ¿o sí? No lo sé. Y de repente, me quito la venda. Mis padres me notan raro. Me preguntan qué me pasa. ¿Qué les digo? No estoy preparado para contarles la verdad. Me dicen que soy su primogénito y que, sea lo que sea, me querrán y apoyarán. ¿Me están poniendo la alfombra roja? «Creo que me gustan los chicos».
«No te echarás con varón como con mujer; es abominación». «Tu talento no sirve para nada si no estás con Dios. ¿Acaso eres una mujer? íLevántate y quítate la ropa!». Se dirige a la encimera, abre el prime