En el legado de Hubert de Givenchy conviven la tradición de la alta costura, un
ingenioso minimalismo y la delicadeza decorativa propia de un hombre elegante,
aristócrata de nacimiento, que ya a los 15 años decidió ser diseñador. Givenchy
no aspiraba a pasar a la historia de la moda, pero su estilo aún hoy despierta
admiración, apuntalado por la icónica imagen de Audrey Hepburn en Desayuno
con diamantes (1961), con gafas de sol, collar de perlas y un fantástico vestido
negro diseñado por él. Tras ser bendecido por el mismísimo Balenciaga, Givenchy
conquistó el mundo de la mano de la actriz, con la que le unía esa relación ideal
entre una firma y una estrella de Hollywood, que en su caso duró la vida entera