“Los avances de la neurociencia aplicados a la enseñanza podrán disminuir el fracaso escolar por debajo del 10% e incrementar la excelencia por encima del 30% […] El alumno debe ejercitar, por encima de todo, el ordenador que tiene en el cerebro; sólo después podrá utilizar el ordenador digital con provecho” (Andreas Schleicher, director internacional de los informes PISA).
La música permite gestionar y expresar las emociones, facilita la socialización y refuerza nuestro sistema neuronal. En manos de un intérprete virtuoso la música proporciona placer cognitivo a su audiencia, en las de un musicoterapeuta puede mejorar la calidad de vida de sus pacientes y cuando es utilizada por un educador, moviliza importantes recursos cerebrales que potenciarán las habilidades motoras, emocionales, cognitivas y sociales de los niños.
“Música y educación son elementos inseparables para ayudar a reducir el denominado fracaso escolar” según cita Jordi A. Jauset, aludiendo a la necesidad de la presencia de la música como materia transversal básica, principalmente en las etapas de Educación Infantil y Primaria.