El naufragio, uno de los temas más frecuentes y populares de la pintura y la literatura de los siglos XVIII y XIX, ha sido, sin embargo, escasamente estudiado. En este texto se plantean, asociadas al comentario de numerosas obras pictóricas, algunas de las causas de esta atracción suscitada por el mar en el hombre romántico. Entre las tres principales líneas de interpretación que se esbozan se encuentra lo sublime dinámico kantiano referido al enfrentamiento del sujeto con una naturaleza violenta; una segunda vincula el mar con la oscuridad y el mal, retomando viejos argumentos bíblicos; y una tercera analiza las relaciones simbólicas entre la vida y el viaje marítimo, el éxito o el fracaso de quien se arriesga y el papel que juega el espectador. Este libro fascinante (que habla más de nuestro mundo actual de lo que parece a primera vista) demuestra que las imágenes de barcos debatiéndose entre las olas o destrozados en los acantilados no pueden ser entendidas si no es a través de la relación que se establece entre la reflexión teórica, la representación plástica y la creación literaria.