Con su plan de ensanche para Barcelona, Cerdà enseñó una vía práctica para conformar la nueva ciudad de densidad saludable y de accesibilidad homogénea que propugnaba. Se inauguraba así una nueva etapa para las ciudades, que las abría con generosidad al porvenir. Y Cerdà se expresó con tal propiedad que logró que la idea del ensanche cuajara de forma contundente, también en otras muchas ciudades que entonces acusaban problemas semejantes, de modo que la construcción de ensanches se prodigó.
A principios del siglo XXI, aquellos ensanches -hoy ya áreas urbanas de relevante trascendencia en cada una de las ciudades que contribuyeron a desarrollar-, observados en un conjunto representativo, ofrecen una realidad que no deja de plantear una reflexión abierta acerca de dónde pueden residir los argumentos de esas fluctuantes bases que sostienen el arte de construir ciudades.