?En todo recinto, la escalera busca su lugar cuando proyectamos. La casa acusa más su posición porque en ella tratamos de reducir los espacios de circulación, los queremos atrapar enmascarándolos, incorporándolos a las estancias, trascendiendo la circulación pura??
A menudo se habla de la casa como un objeto que se proyecta, se diseña, se construye, se habita. Se considera la casa, bien como un todo, bien como un compendio de espacios que albergan el vivir.
Pero también podemos hablar de la casa adentrándonos en ella, tomando posición en alguna de esas partes que la integran, y desde allí mirarla y así, cambiar nuestra perspectiva. Esa parte se transforma en un observador atento que nos ofrece su relato de la casa.
En Siete escaleras, siete casas, la escalera se convierte en el hilo argumental que subyace bajo la piel, bajo la fisonomía, bajo el tiempo de la casa, y nos permite aproximarnos a ella y mirarla desde ahí.
La escalera va adoptando distintas posiciones que responden a otras tantas concepciones domésticas y arquitectónicas; se constituye en el soporte que nos permite acercarnos a casas que van y vienen en el tiempo, que nacen de unos y otros arquitectos, que se corresponden con un estilo u otro, que acogen moradores de deseos y ambiciones encontradas.
Siete escaleras, siete casas nos invita a asomarnos a una escalera intencionadamente situada, para generar desde su posición un sistema tipológico doméstico, que nos permite imaginar los sueños de quienes las habitaron y también de quienes las proyectaron.