Mamá ya murió, gracias a Dios, y dejó al marqués de Sotoancho mucho dinero y un poco de tranquilidad. Sin embargo, no durará la paz en La Jaralera. La sombra de su madre lo perseguirá en forma de diario, cuyas páginas rezuman tanta maldad que no se pueden leer de un tirón.
16 de mayo de 1938
La «cosa» ha cumplido tres meses. Era más mono de bebé. Se cayó de los brazos del ama el día del bautizo golpeándose la cabeza contra el suelo. Es muy probable que se haya quedado tontito para toda la vida. Me da muchísimo asco darle el pecho… Me sacan esa porquería con un aparato cuyo nombre me trastorna: «sacaleches».
No hay tiempo. Habrá que leer a ratitos, mientras se solucionan los mil y un problemas que surgen en la ajetreada vida de un aristócrata. Viene el juez Garzón a cazar con el ex ministro Bermejo. Tomás se ha echado una novia despampanante de la familia Hohenloezern y Marsa ha decidido hacer una escapada con un bombero.
En el décimo libro de las Memorias del marqués de Sotoancho, Alfonso Ussía –con la ayuda inestimable del ilustrador Javier Barcaiztegui– ha logrado uno de sus textos más desternillantes, que dejará al lector con ganas de más aventuras del inigualable marqués.